Pedro Serrano, jefe de Neurología del Regional y de Vithas Málaga
Pedro Serrano, jefe de Neurología del Regional y de Vithas Málaga
Dos tercios de las personas que sufren epilepsia tienen las crisis controladas y pueden seguir su día a día con normalidad. Para conseguirlo «tan importantes son los fármacos como el estilo de vida», afirma Pedro Serrano, jefe de Neurología del Hospital Regional y de la unidad de Neurología de Vithas Málaga.
- ¿Qué es la epilepsia?
- La epilepsia es una enfermedad neurológica. Aunque puede parecer algo obvio, esta matización es importante porque es una gran desconocida y hay muchas personas que piensan que es una enfermedad psiquiátrica o que no es una enfermedad y que se trata de algún tipo de manifestación, incluso referida a cuestiones sobrenaturales. En la epilepsia un conjunto de neuronas empieza a funcionar de manera exacerbada y eso se manifiesta mediante determinadas alteraciones.
- ¿Cómo se diagnostica y cómo se diferencia de otro tipo de convulsiones?
- El diagnóstico se hace a través de la historia clínica y la exploración, pero hay herramientas, fundamentalmente el electroencefalograma, que registra la actividad eléctrica del cerebro y detecta cuándo se produce ese aumento de funciones en un grupo determinado de neuronas. Además, se emplean técnicas como la resonancia magnética, estudios de medicina nuclear o estudios neuropsicológicos. La fusión de todas ellas es lo que nos permite un diagnóstico certero del tipo de epilepsia.
- ¿Esas pruebas se hacen cuando se ha sufrido ya algún episodio de convulsiones?
- El único requisito para tener una crisis es tener cerebro. Es decir, cualquiera de nosotros sin ser epilépticos, ni tener la enfermedad podemos tener una convulsión. Todo depende de las circunstancias externas que existan: por ejemplo, una intoxicación alcohólica o un traumatismo craneoencefálico puede generar una crisis epiléptica. Eso no es igual que padecer un síndrome epiléptico. Por eso para decir que una persona padece un síndrome epiléptico se exigen al menos la aparición de dos crisis epilépticas espontáneas, no motivadas por una causa fácilmente identificable.
- ¿Qué diferencias hay entre la epilepsia que se diagnostica en un niño y la de un adulto?
- Existen básicamente dos grandes grupos de epilepsia: la de origen genético, cuando no existe una lesión en el cerebro que la produzca, sino que hay una predisposición a padecerla, que generalmente aparece en la infancia. Y luego está la epilepsia sintomática, a consecuencia de una lesión cerebral, producida por malformaciones vasculares, tumores cerebrales o ictus. Estas son de pacientes mayores. Por eso a partir de los 60 años hay otro pico de incidencia.
- ¿Sobre todo a causa de los ictus?
- Sí. Afortunadamente la asistencia a los ictus, que también compete a los neurólogos, ha mejorado mucho en los últimos tiempos, gracias al establecimiento del código ictus, que permite que esas secuelas, esa lesión cerebral que puede derivar en manifestaciones epilépticas sea menor. Si los cogemos a tiempo, gracias a procedimientos como la trombectomía mecánica, la mayoría de los pacientes queda sin secuelas.
- Hay unos 400.000 enfermos de epilepsia en España, de los que 100.000 no la tienen controlada...
- Son cifras que están todavía en debate. Yo tuve la oportunidad de hacer un estudio epidemiológico de base poblacional, que son los que aportan más evidencia, porque, claro, esa cifra de 400.000 personas nace de los registros sanitarios y hay personas no diagnosticadas, porque sus manifestaciones pueden ser muy diversas o porque no acuden al sistema sanitario. El resultado era un poco superior: casi 600.000 personas con epilepsia. Dos tercios de estos pacientes llevan una vida normal y dejen de tener crisis gracias a los tratamientos, pero hay una tercera parte que a pesar de todos nuestros esfuerzos no las tienen controladas. Es lo que denominamos epilepsia refractaria . Para estos que no responden al tratamiento hay que poner en marcha otro tipo de estrategias terapéuticas. La más importante es la cirugía de la epilepsia, aunque no todos los pacientes se pueden operar, depende mucho de dónde tengan la lesión. También se emplea la dieta cetógena o la estimulación del nervio vago.
- La dieta cetógena se puso de moda para perder peso muy rápido, ¿cómo funciona para combatir la epilepsia?
- Es una dieta muy exigente para cumplirla, por eso se suele aplicar a niños, y el mecanismo por el que actúa, no lo conocemos bien. La epilepsia, al final, es una enfermedad de circuitos cerebrales y es importante esa conexión que cada vez se conoce mejor entre el intestino y el cerebro. La microbiota está íntimamente relacionada con la función cerebral . Un cambio en ella influye sobre la manera en que funciona el cerebro y al revés. Esto es algo de lo que tenemos constancia cotidiana: cuando estamos con preocupaciones se nos descompone el vientre. Esa conexión se produce en los dos sentidos y probablemente con la dieta cetógena estamos alterando en buena parte la microbiota y, de esa manera, estamos consiguiendo modular los circuitos cerebrales y producir un efecto anti ruido.
- Las personas que tienen epilepsia tienen que seguir unas rutinas más saludables?
- Claro. Tan importantes son los fármacos para la epilepsia como el estilo de vida y si alguna de las dos patas falla no estamos consiguiendo un adecuado control de las crisis. Es fundamental mantener el ritmo sueño-vigilia. El sueño es un gran activador de las crisis epilépticas y la falta de sueño, también. Lo mismo ocurre con el estrés. Yo siempre incluyo en las recomendaciones de los pacientes alguna técnica para disminuirlo. También es importante evitar tóxicos como el alcohol.
- ¿Dibujos o videojuegos puede desencadenar una crisis?
- Sí. En epilepsias reflejas, pero no es algo habitual. Las crisis suceden a consecuencia de un estímulo, como luces intermitentes, pero hay otros, como el famoso episodio de la serie de dibujos animados de Pokemon, que cuando se emitió en Japón produjo cientos de convulsiones en niños japoneses, que ya padecían epilepsia, pero no lo sabían.
- ¿Cómo hay que actuar ante un paciente que sufre una crisis?
- Esto me sirve para desmontar algunos mitos. Nadie se puede tragar la lengua, no hay que tocarle la boca, además de que quien lo haga puede perder un dedo es que puede ahogar a la persona a la que le mete algo en la boca. Puede pasar que se pille la lengua con los dientes, pero en ese caso no hay nada que hacer, no hay mayor error que abrirle la boca. Lo que sí hay que evitar es que el enfermo se haga daño, retirar los objetos contundentes que hay alrededor, mantener la calma y observar. En el 99% de los casos la crisis va a desaparecer en menos de cinco minutos. Si dura más de cinco minutos hay que llamar a urgencias. También hay un código crisis, que se está intentando organizar, porque igual que en el ictus también es muy importante el tiempo en asistir a alguien que tiene una crisis epiléptica prolongada.
- ¿Un paciente sin crisis se puede considerar curado?
-Se considera que una epilepsia es no activa cuando lleva más de cinco años con tratamiento y sin crisis. No hablamos de curación, sobre todo en la de base genética, porque los genes no varían. Y en la sintomática, pues si la lesión existe va a seguir teniendo esa predisposición.